la transformacion de venus
las transformacion de venus
. Su estudio, publicado en mayo en Journal of Geophysical Research: Planets, explica de forma novedosa cómo Venus podría haber sido habitable durante casi tres mil millones de años antes de transformarse en el infierno abrasador que es hoy.
Muchos científicos han postulado que Venus nunca albergó agua líquida. Hace unos 4500 millones de años, cuando se formó el sistema solar, el planeta habría recibido suficiente luz solar como para que el agua de su atmósfera escapara al espacio, y la radiación habría frustrado la aparición de la vida. Sin la presencia de algún factor mitigante «no habría habido nada», confirma Way. Él y Del Genio piensan que ese factor es una nube de gran tamaño que podría haber aparecido en las etapas tempranas de la evolución de Venus y haber enfriado el planeta.
La idea de que Venus fue habitable en algún momento no es nueva, pero el presente modelo muestra cómo podría haberse transformado en un planeta inhóspito y descarta las teorías habituales. «Hay una historia sobre Venus que nos contamos a nosotros mismos. La enseñamos en los cursos de astronomía y la escribimos en los libros», afirma David Grinspoon, astrobiólogo del Instituto de Ciencias Planetarias de EE.UU. que no participó en el estudio, si bien fue uno de los autores del artículo de 2016. «Y resulta que esa historia no es correcta.»A diferencia de la Tierra, Venus no rota sobre su eje una vez cada 24 horas, sino cada 243 días terrestres. Dado que tarda un tiempo similar en completar una vuelta alrededor del Sol (225 días terrestres), una cara del planeta disfruta largamente de la luz solar mientras la otra está sumida en una prolongada oscuridad. Una atmósfera espesa podría favorecer la circulación de calor del lado diurno al nocturno y mantener Venus caliente. Pero en el modelo de Way y Del Genio, una enorme nube sobre la cara diurna actuaría como un escudo brillante que reflejaría la luz solar incidente y produciría temperaturas lo bastante bajas como para sustentar agua líquida.
Los autores proponen un mecanismo violento que podemos entender fijándonos en la Tierra primitiva. Hace unos 250 millones de años, se abrieron profundas grietas en la corteza terrestre; eso arrojó lava a la superficie y suficiente dióxido de carbono a la atmósfera como para producir la mayor extinción masiva de nuestro planeta: perecieron el 96 por ciento de las especies marinas y el 70 por ciento de las terrestres. Tales episodios volcánicos dejan tras de sí depósitos conocidos como grandes provincias ígneas y producen al menos 100.000 kilómetros cúbicos de lava a lo largo de un millón de años. «La cantidad de lava que brota por unidad de tiempo constituye una afrenta a Dios», asegura Paul Byrne, geólogo planetario de la Universidad Estatal de Carolina del Norte ajeno al estudio.
Byrne cree que deberíamos enviar a Venus una flota de naves espaciales, con orbitadores, módulos de aterrizaje, globos aerostáticos, plataformas aéreas e incluso dirigibles. La atmósfera del planeta puede darnos pistas sobre cuánta agua se ha perdido, y la superficie podría revelar si las erupciones volcánicas la fisuraron y cuándo lo hicieron. Las futuras misiones podrían ayudar a zanjar el debate sobre si Venus reunió en algún momento las condiciones necesarias para la vida y obligar a los astrónomos a ampliar su búsqueda de planetas habitables en la galaxia.
«Si este escenario es correcto, eso supone que los planetas similares a Venus tienen posibilidades reales de albergar vida y no deberíamos ignorarlos», apunta Adrian Lenardic, geofísico de la Universidad Rice que tampoco tomó parte en la investigación. «Habría que buscar allí.»
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